Mario Vargas Llosa es un novelista impecable. Aunque no haya leído todos sus libros puedo decir por los que sí he tenido el placer de haber leído que maneja las técnicas de la novela de manera magistral. La primera novela de su autoría que leí en mi época universitaria fue Pantaleón y las visitadoras. La historia de un militar y sus vicisitudes para poner a funcionar un servicio peculiar y clandestino de prostitutas en el lado amazónico del Perú posee un tratamiento humorístico y una secuencia dramática bien atractiva para la lectura y la relectura. Luego leí La Guerra del fin del mundo y a pesar de lo voluminoso de la historia de Antonio Conselheiro lo releí con la misma voracidad que la primera vez. Tiempo después leí ¿Quién mató a Palomino Molero? y El Hablador. Aún no he leído La fiesta del chivo y hace poco tiempo comencé a leer Travesuras de una niña mala y me quedé a mitad de camino en la lectura. El premio es bastante merecido para una ardua trayectoria de trabajo literario. Como intelectual Vargas Llosa siempre ha tenido agudas opiniones que le hicieron distanciarse de antiguos amigos como García Márquez. Observando la actual situación de cambios en Cuba parece que el peruano ha tenido más certeza en sus críticas hacia los dictadores de derecha e izquierda. Una buena anécdota seguirá siendo por muchos años cuando en su última visita a Venezuela Chávez lo invitó a debatir de política y cuando el escritor aceptó el reto el caudillo arrugó excusándose con el pobre argumento de que no era ningún mandatario. Ya sabemos que al presidente venezolano le gusta debatir sólo de la manera como lo hizo con la periodista Andreina Flores luego de las elecciones de parlamentarios. Celebremos pues, con un pizco sour, este nuevo Nobel para la lengua castellana y para Latinoamérica.
Muy bueno.
ReplyDeleteSaludos Jesús. Nos vemos en el espejo.
ReplyDelete