Gira la materia ínfima hasta congregarse y hacerse partícula de polvo, giran las estelas de polvo y convergen en el grano de arena, luego se hacen piedra y circulan por las aguas, dando vueltas y buscando la comodidad del reposo. Gira la galaxia a millones de años-luz de distancia y el cordón umbilical, mientras crece, se alimenta y palpita el niño dentro del vientre. Gira el viento y nace la tormenta, giran los pétalos y se abre la flor ante los ojos que nunca dejan de sorprenderse. Gira el agua para que las olas muevan la superficie azul y atrapen el oxígeno que alimenta y sostiene la vida en su regazo. Giran las aspas del molino de viento para la avivar la locura justiciera del Quijote. Gira la serpentina del ADN para hacerse criaturas diversas. Gira la cinta de Moebius para mostrarnos que los opuestos se complementan como el Ying y el Yang en la esfera del universo. Gira la hélice imaginada por Da Vinci y vuela en el futuro por los aires como una reafirmación de la fortaleza del arte y del ingenio.
Así mismo gira esta voluntad de hacerse huella en la roca, de recorrer el espacio dando vueltas para llegar de un extremo al otro y luego regresar con la mirada por el mismo camino, como una metáfora de la vida y sus recuerdos. En estas esculturas de Yadersy Wetter hay un olor a tiempo detenido entre los microscópicos intersticios de la pesada roca y una sensación de tiempo que avanza de manera infinita en los espacios recorridos por la geometría circular. Los colores de distintos minerales dispersos a través de los cristales metamórficos se muestran como trazos indomables en la superficie dominada. Se puede palpar en la superficie una topología incesante, como de aguas sin reposo, como de oleajes que se resuelven en sí mismo, en su propio murmullo. Habita en estas piezas una batalla entre la dureza de la roca y la sutil fortaleza de las formas esculpidas; entre el hierro, las chispas de fuego que se avivan en el contacto creativo y la gracia de la figura que danza en el espacio que la cobija; entre la delicada superficie de las manos de Yadersy y la fortaleza de una obra petrificada en sorprendentes y dinámicas formas.
Fotos: Cortesía de Yadersy Wetter